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被關在噩夢裡的仇人

《密謀》,2016

博爾赫斯 著 林之木 譯

上海譯文出版社

Los conjurados,1985

柏樹葉

我只有一個仇人,我無論如何也沒有搞清楚1977年4月14日那天夜裡他是怎麽進入我家的。他一共打開了兩道門:沉重的對街門和我臥室的門。他開了燈並把我從噩夢中叫醒。

我已經不記得夢中的內容了,只知道有一個花園。他雖然聲音不高,但是卻命令我立即起來並穿好衣服。我的死期到了,處死我的地點另在別處。我被嚇得說不出話來,只好服從。他沒有我高卻比我壯,積怨使他敢於妄為。他沒有因為歲月的流逝而有什麽變化,只是烏黑的頭髮中增加了些許銀絲。

他一向對我懷恨在心,如今則要置我於死地。老貓貝珀冷冷地望著我們,沒有救我的意思。我房間裡的那隻藍色的瓷虎以及《一千零一夜》中的那些巫師精靈也都如此。

我想隨身帶點兒什麽。我求他讓我帶上一本書。選一本《聖經》可能太過扎眼。於是我就從十二卷愛默生著作裡面隨手抓了一本。

Riverside Press 1883-1893

為了不驚動別人,我們從樓梯上走了下來。我計數著每一個台階。我發現他極力避免碰到我的身體,就好像一碰到我就會染上疾病似的。

一輛廂式四輪馬車在小教堂對面的查爾卡斯和馬伊普交叉路口等著我們。他以一個誇張的手勢邀我先上車。車夫預先知道要去的地點,於是立即揮鞭驅馬。一路上走得很慢,而且,可以想見,大家全都默不作聲。

我深怕(或者說很希望)就永遠那麽走下去。那是一個寧靜的月夜,沒有一絲兒的風。街上不見一個人影。車的兩邊低矮的房子整齊劃一,就像是兩道護牆。

我心裡想道:這兒已經是南城了。我看到了高掛於鍾樓上的時鐘,明晃晃的表盤上既沒有數字也沒有時針。據我的印象,我們未曾橫穿任何街道。我並沒有像伊利亞學派學者們所倡導的無限論那樣感到害怕,甚至沒有害怕會害怕,也甚至沒有害怕會害怕害怕,但是當車門打開的時候,我卻差一點兒跌倒。

我們登上了一個石階。有一些地面非常光滑,而且還有許多樹木。我被帶到了一棵樹下並讓我平著張開手臂仰面躺到了草地上。我從躺著的位置上看到了一件羅馬教士穿的那種長袍,於是就知道了自己身在何處了。我的死亡的見證是一顆柏樹。我下意識地重複了一遍那句名言:

多麽常見參柏生長在柔軟的莢蒾間。

Quantum lenta solent inter viburna cupressi.

我想起,根據上下文,lenta的意思是“柔軟”,但是,我身邊那棵樹的葉子根本就沒有柔軟可言。那些葉片全都一個樣子,僵直而光潔,是死物。每一個葉片上都有一個花押字。

我覺得惡心,卻又感到了輕鬆。我知道有一個非常的辦法能夠救得了自己的性命,不僅自己可以免去一死並且說不定還會將對手斷送,因為,他受製於仇恨,既沒有留意那架時鐘也沒有留意濃鬱的樹冠。我扔掉了自己的護身符,雙手緊緊地抓住草莖。我頭一次也是最後一次看見了刀刃的閃光。我一驚而醒,左手正扒在房間的牆壁上。

多麽奇怪的噩夢啊,我想道,隨後很快就又墮入了夢鄉。

第二天,我發現書架上出現了一個空檔兒,留在了夢中的那本愛默生的書不見了。十天之後,我聽說我的那個仇人於一天夜裡離家出走並且沒再回去。

他永遠都不可能會去了。他將被關在我的噩夢之中,在我未曾見到過的月亮光下,滿懷恐懼地在那座有著光碟的時鐘、不能生長的假樹以及天知道別的什麽怪事的城市裡繼續徘徊遊蕩。

我並沒有像伊利亞學派學者們所倡導的無限論那樣感到害怕,甚至沒有害怕會害怕,也甚至沒有害怕會害怕害怕……

——博爾赫斯|林之木 譯

—Reading and Rereading—

Las hojas del ciprés

Tengo un solo enemigo. Nunca sabré de qué manera pudo entrar en mi casa, la noche del catorce de abril de 1977. Fueron dos las puertas que abrió: la pesada puerta de calle y la de mi breve departamento. Prendió la luz y me despertó de una pesadilla que no recuerdo, pero en la que había un jardín. Sin alzar la voz me ordenó que me levantara y vistiera inmediatamente. Se había decidido mi muerte y el sitio destinado a la ejecución quedaba un poco lejos. Mudo de asombro, obedecí. Era menos alto que yo pero más robusto y el odio le había dado su fuerza. Al cabo de los a?os no había cambiado; sólo unas pocas hebras de plata en el pelo oscuro. Lo animaba una suerte de negra felicidad. Siempre me había detestado y ahora iba a matarme. El gato Beppo nos miraba desde su eternidad, pero nada hizo para salvarme. Tampoco el tigre de cerámica azul que hay en mi dormitorio, ni los hechiceros y genios de los volúmenes de Las Mil y Una Noches. Quise que algo me acompa?ara. Le pedí que me dejara llevar un libro. Elegir una Biblia hubiera sido demasiado evidente. De los doce tomos de Emerson mi mano sacó uno, al azar. Para no hacer ruido bajamos por la escalera. Conté cada pelda?o. Noté que se cuidaba de tocarme, como si el contacto pudiera contaminarlo.

En la esquina de Charcas y Maipú, frente al conventillo, aguardaba un cupé. Con un ceremonioso ademán que significaba una orden hizo que yo subiera primero. El cochero ya sabía nuestro destino y fustigó al caballo. El viaje fue muy lento y, como es de suponer, silencioso. Temí (o esperé) que fuera interminable también. La noche era de luna y serena y sin un soplo de aire. No había un alma en las calles. A cada lado del carruaje las casas bajas, que eran todas iguales, trazaban una guarda. Pensé: Ya estamos en el Sur. Alto en la sombra vi el reloj de una torre; en el gran disco luminoso no había ni guarismos ni agujas. No atravesamos, que yo sepa, una sola avenida. Yo no tenía miedo, ni siquiera miedo de tener miedo, ni siquiera miedo de tener miedo de tener miedo, a la infinita manera de los eleatas, pero cuando la portezuela se abrió y tuve que bajar, casi me caí. Subimos por unas gradas de piedra. Había canteros singularmente lisos y eran muchos los árboles. Me condujo al pie de uno de ellos y me ordenó que me tendiera en el pasto, de espaldas, con los brazos en cruz. Desde esa posición divisé una loba romana y supe donde estábamos. El árbol de mi muerte era un ciprés. Sin proponérmelo, repetí la línea famosa: Quantum lenta solent inter viburna cupressi.

Recordé que lenta, en ese contexto, quiere decir flexible, pero nada tenían de flexibles las hojas de mi árbol. Eran iguales, rígidas y lustrosas y de materia muerta. En cada una había un monograma. Sentí asco y alivio. Supe que un gran esfuerzo podía salvarme. Salvarme y acaso perderlo, ya que, habitado por el odio, no se había fijado en el reloj ni en las monstruosas ramas. Solté mi talismán y apreté el pasto con las dos manos. Vi por primera y última vez el fulgor del acero. Me desperté; mi mano izquierda tocaba la pared de mi cuarto.

Qué pesadilla rara, pensé, y no tardé en hundirme en el sue?o.

Al día siguiente descubrí que en el anaquel había un hueco; faltaba el libro de Emerson, que se había quedado en el sue?o. A los diez días me dijeron que mi enemigo había salido de su casa una noche y que no había regresado. Nunca regresará. Encerrado en mi pesadilla, seguirá descubriendo con horror, bajo la luna que no vi, la ciudad de relojes en blanco, de árboles falsos que no pueden crecer y nadie sabe qué otras cosas.

上海譯文出版社

題圖來源:billdomonkos

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